Bodega con tokens en Galicia es una apuesta pionera en el sector del vino y el turismo en España. En un rincón privilegiado de la Ribeira Sacra, un emprendimiento se ha propuesto rescatar una casa solariega del siglo XIV para convertirla en una experiencia enoturística de primer nivel. La particularidad: el proyecto se financia mediante tokens, permitiendo a cualquier persona invertir desde 1 000 € y convertirse en copropietario de un complejo que reunirá hotel boutique, viñedo circular, restaurante, spa romano y un sistema de beneficios exclusivos para socios.
Proyecto integral: patrimonio, naturaleza y viñedo circular
El alma del proyecto se asienta sobre los muros centenarios de la Casa de Outeiro, una construcción tradicional enclavada en Quiroga, en el corazón verde de Galicia. Allí, la arquitectura de piedra se funde con un diseño contemporáneo que busca respetar la identidad rural mientras incorpora todas las comodidades de un destino premium.
El entorno será transformado en un ecosistema autosuficiente: 20 hectáreas de viñedo circular -único en el mundo- rodearán el hotel, cultivadas con variedades autóctonas como Godello, Mencía y Dona Branca. En el interior, se habilitarán entre ocho y diez habitaciones, todas con vistas privilegiadas. El restaurante priorizará productos locales de temporada, mientras que el bosque cercano —uno de los últimos alcornoquiales de la zona— servirá de escenario para rutas de senderismo, meditación y observación de aves.
El proyecto no solo recupera una edificación histórica, sino que propone un modelo de desarrollo que respeta el entorno y genera empleo, impulsando un turismo regenerativo y de calidad.

Bodega con tokens en Galicia: cómo funciona la inversión
El verdadero giro de guion está en la fórmula de financiación. La bodega con tokens en Galicia permite a inversores adquirir participaciones fraccionadas del proyecto a través de blockchain. Cada token, disponible desde 1 000 €, representa una parte real del activo: tanto del inmueble como del viñedo y las instalaciones.
Esta inversión no es simbólica. Los tokens están ligados a acciones formalmente registradas, lo que garantiza transparencia legal y trazabilidad. A diferencia de otros modelos de financiación colectiva, aquí no se busca un número masivo de microinversores, sino una comunidad comprometida, cuidadosamente seleccionada por el propio equipo para preservar el espíritu del proyecto.
Existen diferentes niveles de membresía, cada uno con beneficios concretos. Desde botellas personalizadas hasta acceso a una cava privada o estancias anuales en el hotel. La compraventa de tokens, aunque permitida, estará sujeta a una validación interna, lo que refuerza el vínculo entre el inversor y el entorno físico que habita el proyecto.

Experiencia para socios e inversores
Invertir en esta bodega tokenizada no solo supone una apuesta económica. También abre la puerta a una experiencia emocional y sensorial que va más allá del vino. Los socios tendrán derecho a recibir botellas cada año, producidas con uvas del viñedo propio y elaboradas con criterios ecológicos y de mínima intervención.
Además, quienes lo deseen podrán almacenar sus vinos en cuevas acondicionadas especialmente para mantener temperatura y humedad óptimas, lo que permite usarlas como espacios para eventos, catas o reuniones privadas. El acceso al restaurante, spa, miradores y actividades exclusivas también formará parte del paquete, adaptado según el nivel de participación.
Se estima que el complejo atraerá entre 5 000 y 7 000 visitantes anuales, lo que garantiza tanto retorno turístico como visibilidad para los inversores. La comunidad en torno al proyecto, cuidadosamente gestionada desde sus inicios, se convertirá en uno de sus activos más valiosos.

Impacto social, turístico y rural de una bodega tokenizada
Lejos de ser una propuesta puramente financiera, la bodega con tokens en Galicia, Casa de Outeiro se presenta como un agente de cambio en el rural gallego. Su impacto abarca el empleo local, la conservación del patrimonio, la dinamización del turismo de interior y la puesta en valor del paisaje cultural de la Ribeira Sacra, candidata a Patrimonio Mundial por la UNESCO.
A través de esta fórmula innovadora, se teje una red entre lo ancestral y lo digital. Lo que antes parecía exclusivo para grandes fondos o inversores institucionales, hoy se abre a pequeños ahorradores que buscan formar parte de algo auténtico, tangible y con alma.
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